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España mantiene una estrecha relación con el mar y sus recursos naturales. A lo largo de la historia, en la costa española han nacido y prosperado comunidades marineras creadoras de una cultura y maneras de vivir únicas. Dentro de la UE, los mayores volúmenes de producción corresponden a Dinamarca y España.
El número de personas empleadas en el sector pesquero no se limita sólo al número de pescadores en la mar. Los sectores de la acuicultura y la transformación, así como los sectores auxiliares (comercialización, distribución y construcción naval) son también generadores de muchos puestos de trabajo.
La acuicultura, que representa el 33% del valor total de la producción pesquera de la UE y el 17% de su volumen, continua desempeñando un papel relevante para paliar el problema del agotamiento de los recursos pesqueros. El sector acuícola de la nueva Europa ampliada (UE-25) produce un total de 1,3 millones de toneladas anuales de productos pesqueros, cuyo valor aproximado es de unos 3.000 millones de euros.
El sector de la pesca soporta desde hace ya décadas una crisis, cuya manifestación palpable es la caída progresiva del empleo en los últimos treinta años. Y si bien es cierto que, en términos relativos, el sector tiene una participación modesta en el empleo y el PIB nacional, no hay que olvidar que su importancia socioeconómica es inmensa en ciertas comarcas del país, altamente especializadas en una actividad que, más que un empleo, constituye una forma de vida.
Debemos subrayar que la crisis del sector está estrechamente ligada al agotamiento de los recursos pesqueros accesibles, lo cual se explica por un conjunto de factores como la nacionalización del mar a partir de los años 60, el desarrollo de las flotas pesqueras de los países en vías de desarrollo, las dificultades de acceso a caladeros de terceros países y el agotamiento de caladeros nacionales.
Ante la situación de agotamiento de los recursos pesqueros, se exige desarrollar e introducir innovaciones tecnológicas impulsoras de la sostenibilidad de la pesca, junto con otras medidas de fomento de relaciones internacionales pesqueras complementarias a las de innovación.
Por último, figura la creciente preocupación de los consumidores por la seguridad alimentaria. Se ha generado una mayor preocupación de los consumidores por la seguridad de los productos pesqueros que van a consumir. Este aspecto ha inducido una demanda orientada hacia técnicas cada vez menos intensivas y más basadas en métodos naturales de producción que puedan garantizar al consumidor la calidad y, esencialmente, la idoneidad para la salud de los productos de la pesca.
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